Los rincones de la Puebla de Híjar, inspiración de los artistas del pincel

La Puebla de Híjar se ha convertido este sábado en toda una inspiración para los artistas. Se ha celebrado la cuarta edición del Concurso de Pintura Rápida con la participación de 18 personas. Organizado por la empresa Maprocosa y el Ayuntamiento poblano, ofrece después la posibilidad a los artistas de vender sus obras ya que se exponen durante las fiestas para que todos los vecinos las puedan ver de cerca.

Los artistas han comenzado a las 9.00 y tenían cinco horas, hasta las 14.00 para terminar su obra en el lugar que ellos escogieran. Después ha tenido lugar una comida y al finalizar, la entrega de premios.

Han participado artistas de todo el país y también de la zona. El primer premio se ha entregado a José María Moreno Tortajada de Zaragoza, quien ha retratado la zona del arco de San Roque. En segundo lugar ha quedado José Antonio Campos Martín de Valencia; y el tercero, Joaquín Macipe Costa de Ariño.

En cuanto a los jóvenes, los tres premios se han quedado en la zona. La primera es Carlota Blanco Deza de Urrea; la segunda Laura Rodríguez Alcañiz de La Puebla; y el tercero, Álex Dudea Calvo de La Puebla.

Ver Noticia del diario «La comarca»

El centro de la Memoria Minera de Ariño relanza su patrimonio

El turismo se ha convertido en una de las principales bazas de Ariño para hacer frente al final del carbón y la destrucción de empleo que conlleva. La buena marcha del balneario -que cerró la temporada en diciembre superando las 26.000 pernoctaciones en 2019-, de la subsede de Dinópolis, Valcaria, y del cada vez más visitado Centro de Interpretación de Arte Rupestre del Río Martín han posicionado a la localidad como un enclave de relevancia dentro del sector turístico de la provincia.

A estos atractivos se está sumando en los últimos años el centro para la Memoria Minera, un espacio que muestra el patrimonio industrial de la localidad. Está ubicado en el antiguo economato de Samca y es, precisamente, propiedad de la empresa minera, aunque son los voluntarios de la asociación Pozo Corral Negro -formada por mineros prejubilados y jubilados- quienes trabajan allí de forma voluntaria. En el espacio se pueden ver materiales de trabajo, del propio economato y de la antigua escuela. «Hay muchos materiales antiguos como el pico, el hacha, los pocos medios de seguridad que había entonces… que hemos ido recopilando conforme se han ido cerrando los tajos», explica el presidente de la asociación, Pedro Alcaine. Además, en lo que eran los almacenes, hay una sala de proyecciones ambientada en una galería.

En el último año, coincidiendo con el centenario de la actividad minera de la empresa Samca y también con el cierre de las minas, se ha habilitado una galería a escala real en la que se han instalado equipos de ventilación, de seguridad y de comunicación recuperados de los tajos cerrados así como el transportador y la máquina ‘Peca’, que extrae el carbón. «Está muy bien porque parece que entras en una mina real. Hasta cuenta con los cuadros metálicos que se han aprovechado de las últimas explotaciones», apunta el alcalde de Ariño, Joaquín Noé, que resalta que uno de los atractivos de este centro es que la visita guiada la realizan los propios voluntarios «que conocen el trabajo al dedillo y enriquecen las visitas con anécdotas y experiencias reales». «Merece muchísimo la pena y todo el que entra se queda muy sorprendido», añade Noé. También este año se ha estrenado un mural en la propia fachada del economato elaborado por el artista local Joaquín Macipe.

Para visitar este centro, se pueden concertar visitas guiadas en cualquier horario. Es lo que hace el balneario de Ariño cuando tiene grupos de turistas interesados en conocer el patrimonio industrial de la localidad. Además, también las visitas guiadas del pueblo, que se organizan desde el Centro de Arte Rupestre, incluyen este espacio. «Un grupo de cuatro personas se turna para enseñarlo. Las visitas duran mucho porque la gente no para de preguntar», explica Alcaine, que añade que también es muy interesante para los vecinos de la zona. «Una de las cosas que más atención merece son los libros de nóminas de 1942 y 1944. Los visitantes de la zona buscan a sus abuelos, a sus tíos… Para ver cuánto ganaban en aquéllos tiempos, si firmaban con el dedo o no… Es muy curioso», concluye.

(periódico «La Comarca», 22/02/2020)

Dos dulzaineros ponen la cara a los nuevos gigantes de Alcorisa

Wences y Zuquerero son los nombres de los dos nuevos gigantes que se han incorporado a la comparsa de Alcorisa. Ayer, en el marco de IV Encuentro de Gigantes que acogió el municipio como antesala a sus fiestas patronales, fueron bautizados en un emotivo acto en el que se rindió homenaje a los dos alcorisanos que han inspirado a estos nuevos personajes: Wenceslao Bellés, que todavía desfila con el grupo de dulzaineros, y José Martín ‘el Zuquerero’, ya fallecido.

Los dos han sido responsables de mantener esta durante más de 50 años y, por ello, los miembros de la comparsa decidieron hace dos años devolverles su compromiso e implicación con uno de los mejores «regalos» que ellos pudieran esperar. Las figuras han sido obra de los artistas bajoaragoneses Joaquín Macipe Costa y Manolo Cirugeda y los trajes fueron confeccionados por la Asociación de Amas de Casa.

Las dos nuevas figuras tuvieron dos padrinos de excepción: Agustina de Aragón y el general José Palafox, gigantes de la comparsa de Zaragoza, que fueron invitados al encuentro. Además de los zaragozanos, acudieron a la cita las comparsas de Alcora (Castellón), Belchite y La Almunia de Doña Godina. Decenas de alcorisanos no quisieron perderse la ceremonia bautismal y acudieron a la plaza de las Escuelas antes de las siete de la tarde. Los Dulzaineros de Alcorisa tocaron para Wences y Zuquerero, lo que quedará en el recuerdo de todos los vecinos como «su primer baile». La cita concluyó con un pasacalles por el casco histórico de Alcorisa en el que participaron todas las comparsas.

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El poeta de Ariño Salvador Peguero edita su segundo libro, «Miradas y sensaciones»

Amor, desamor, preguntas sin respuesta, respuestas que nadie ha pedido, deseos frustados, largas esperas y soledad, a veces buscada y siempre encontrada. Son los temas que se recrean en Miradas y sensaciones, segundo poemario publicado por Salvador Peguero, que fue presentado la pasada semana en el Ayuntamiento de Ariño, localidad del autor. 

Se trata del segundo libro de Peguero, tras Tempus Vitae, y el tercero de la serie sobre poesía que edita el Centro de Estudios Locales de Andorra (Celan), después de Las cuatro estaciones y un soneto a modo de prólogo (2007), de Albino Cañada, y Voces en el silencio (2015) de Mariano Martínez Luque. 

El libro está formado por 29 poemas escritos en Ariño, localidad natal de Peguero, entre 2012 y 2017, la mayor parte de ellos de verso libre, e ilustrados por el artista Joaquín Macipe.

Al contrario que Tempus Vitae, cuyo planteamiento era mucho más general y heterodoxo, Miradas y sensaciones se estructura en torno a un hilo conductor que tiene que ver con “el concepto de ella teórico, que a veces es ella, la amada, pero otras veces no”, según el autor.

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Letra, voz e ilustraciones para el ‘Tempus Vitae’ del poeta Salvador Peguero

Todo empezó como un proyecto pequeño, casi casero, que fue creciendo hasta convertirse en algo que ninguno de sus particpantes esperaba.

Todo empezó como un proyecto pequeño, casi casero, que fue creciendo hasta convertirse en algo que ninguno de sus particpantes esperaba. El poemario de Salvador Peguero, convertido en exposición, se puede ver en la sala Patio de la Casa de la Cultura de Andorra hasta el 26 de septiembre, después de recorrer buena parte de los pueblos de la provincia.

La idea surgió hace casi un año, cuando Peguero pensó en publicar un libro de poemas con algunos de los versos escritos durante los tres años anteriores. «De entre 92 hice una selección de 28 y lo llamé Cuatro veces siete», recuerda. Su idea era autoeditar unos cuantos ejemplares para regalarlos a familiares y amigos como recuerdo.

Pero pronto su idea modesta fue creciendo. «Un amigo que había musicado algunos poemas míos quiso estar en el trabajo». Así, los 28 se convirtieron en 30 y un cedé en el que el grupo Entre Carencias interpretan algunos de ellos.

Para hacer un poco más especial la obra, Peguero pidió a algunos amigos que hicieran una ilustración cada uno. Así, Noemí Calvo, Joaquín Macipe, José María y María Peguero entraron también en el proyecto. «Nos pareció una idea muy buena y somos todos muy allegados a Salva», explica José María Peguero. No solo aceptaron encantados, sino que subieron la apuesta. «Les entusiasmó tanto el proyecto que quisieron ilustrar todos los poemas», asegura Salvador.

Cada ilustrador realizó entre 6 y ocho dibujos, a veces elegidos por azar y otras por sus preferencias personales. «El único que exigí fue el del minero», indica Joaquín Macipe. Como vecino de Ariño, conoce la vida de los mineros y sus protestas contra los cierres. «Desde fuera impresiona su unidad. Intentas coger su mirada dura del que para ocho horas al día jugándose la vida», señala.

De la fuerza dramática de esta ilustración se pasa a los trazos naif, los collages, la fotografía… Técnicas y estilos varían a cada página o, también a cada paso. Solo el formato cuadrado unifica a todas las obras, que saltaron del cuadernillo a la pared en una nueva ampliación del proyecto.

Tan entusiasmados estaban todos con la idea, que pensaron que merecía una exposición en la que se pudieran ver las ilustraciones originales. «Se nos ocurrió en las reuniones que hacíamos para coordinar el libro», rememora Salvador Peguero. Su primera ubicación sería Ariño, donde se presentó el libro el pasado mes de abril.

Pero todavía quedaba un detalle más. Les pareció que los versos, además de oidos, debían ser escuchados. Ya quedaba poco para la inauguración, así que hubo que echar mano de familiares, amigos, antiguos alumnos… para que participasen prestando por un rato sus cuerdas vocales. Para que se escuchen mejor, otro amigo de Salvador pensó en realizar códigos QR para que los visitantes pudieran elegir los pasajes y oirlos a través de su móvil.

En total, 21 personas han participado en esta idea, que tuvo tanto éxito en Ariño que ha estado recorriendo la comarca, hasta llegar a Andorra. y a la que todavía le quedan algunas localidades por visitar, como Alacón. «Tengo una gran satisfacción, porque estoy disfrutando plenamente y son una gente maravillosa y encantadora», subraya Salvador Peguero.

Ariño, protagonista

Visto más de cerca, la exposición (y el libro) cuenta con 30 poemas de temática muy variada. «He buscado que hubiera de todo: de tema amoroso, personales, con un toque erótico….». Sin embargo, lo que predomina es la localidad de Ariño como hilo conductor. Salvador Peguero estuvo muchos años viviendo en Barcelona, pero se jubiló en este municipio turolense. Muchos de los poemas destilan el «paisaje y paisanaje» del pueblo que «lleva muy enraizado», según reconoce Macipe. Por ejemplo, en uno de ellos recuerda su vida de niño en Ariño y la herrería de su abuelo.

Si los temas son variados, también sus influencias, que van de clásicos como Jorge Manrique, quien le enganchó a la poesía en su juventud, a contemporáneos como Ángel Guinda, el hispano-uruguayo Fernando Aínsa.

Las ilustraciones se basan en cada poema, buscando su esencia, algo que según su autor, está conseguido. «Se sorprendía de que los hubiéramos interpretado como el los había pensado», recuerda Macipe. Cada ilustrador mantuvo su estilo o experimentó con otros menos utilizados para dar mayor variedad a la obra y reflejar su sentido.

Ahora, libro digital

No solo la exposición está siendo un éxito, sino que el libro también ha tenido una gran recepción. Del puñado de ejemplares, hubo que pasar a los 400, 75 de ellos artesanales para colaboradores, amigos y familiares. «La venta va bastante bien, quedan unos 60 o 70», indica.

Sin embargo, no se plantea una reedición. «Los hemos vendido a precio de coste, porque no tenemos intención de sacar dinero». El problema es que así alguien se podría quedar sin un ejemplar, para lo que ya tienen una solución: cuando se acaben los ejemplares, lo subirán a internet para que esté a disposición de todo el mundo, aunque sea a través de una pantalla de ordenador. Una nueva vida para un proyecto que ha evolucionado mil veces.

(Noticia «Diario de Teruel» 08/09/2015)

Grupo ARTABASTRO ARAGÓN

EL GRUPO ARTABASTRO ARAGÓN SE PRESENTA EN EL CENTRO DE ARTE CONTEMPORÁNEO DE CRIVILLÉN.

Cinco escultores aragoneses, enamorados de esta piedra tan nuestra, eligen el Centro de Arte Contemporáneo de Crivillén para acoger su primera exposición y darse a conocer.

El grupo “Artabastro Aragón” nació en el seno del IX Simposio de Escultura en Alabastro que se celebró en 2013 en Albalate del Arzobispo. Allí se conocieron y decidieron dar un paso más y unirse con el objetivo de devolver al alabastro el lugar en el mundo del arte que ocupó en otros tiempos. Esa idea que comenzó a fraguarse en Albalate hace más de un año, hoy toma forma en Crivillén donde el 15 de noviembre, a las 19:00 horas, se inaugurará la primera exposición del grupo y se presentará como tal.

Con esta iniciativa pretenden que esta piedra vuelva con dignidad al mundo del arte, sin olvidar la importancia que puede tener su utilización en otros usos como pueden ser la arquitectura y la decoración. El artista actual, tan intelectual y conceptual, tan celoso de su condición de no artesano, recela de un material utilizado recurrentemente en objetos banales y vacíos pero el alabastro se merece todos los esfuerzos que se puedan hacer por él pues al final devuelve con creces lo invertido. Y más cuando es una piedra tan nuestra, tan de Aragón.

Pedro Anía, José Antonio Barrios, Manuel Cirugeda, Fermín Marcen y Joaquín Macipe son los componentes de este grupo. Todos ellos aragoneses y salvo Cirugeda, con una trayectoria más corta, pero ya con algunos premios en su haber, tienen un amplío curriculum artístico con innumerables exposiciones individuales y colectivas así como multitud de premios y reconocimientos. Pedro Anía nació en Calatorao, es biznieto, nieto e hijo de canteros. En 1992 montó su propio taller y desde entonces su actividad creativa ha sido incesante, siendo uno de los artistas más galardonados de Aragón. Barrios empezó tarde, tenía ya casi 40 años cuando decidió dejar su trabajo y dedicarse únicamente a la escultura. Ha expuesto en Japón, Estados Unidos, Irlanda o París, pero sigue manteniendo su taller en el barrio de las Delicias en Zaragoza. Marcen es el que más tiempo lleva trabajando con el alabastro, lo conoce bien y son sus vetas las que marcan las pautas de su trabajo. Cirugeda y Macipe son la representación turolense en este grupo. Macipe, une a su faceta de artista polifacético –músico, escultor, dibujante- el papel de catalizador del grupo y su ilusión ha sido fundamental para llevar a cabo esta exposición.

En la exposición podrán verse 63 esculturas en alabastro, convirtiéndose con casi toda seguridad en la exposición exclusivamente de alabastro mas importante que se haya presentado nunca, por número y calidad de las piezas expuestas.

Podrá visitarse desde el 15 de noviembre al 14 de diciembre los fines de semana y festivos en horario de 17:00 a 19:00 horas.

Leer reseña en la revista del CELA

10 consejos para profesores que se quieran tomar en serio la plástica

Esta semana voy a cumplir mi décimo curso como profesor de plástica en la educación pública (14 en la educación en general). Para celebrar tal efeméride me he permitido el lujo de redactar diez consejos para profesores que quieran tomarse la asignatura de plástica en serio.
Podéis descargarlos aquí


10 consejos para profesores que se quieren tomar en serio la plastica –
CC by-nd –
Joaquin Macipe Costa

Joaquín Macipe : «Admiro a un ladrón que me robó una escultura»

(Joaquín Carbonell, entrevista a Joaquín Macipe)

-¿Cuánto tiempo hay detrás de una exposición de este calibre?

–Un año. La última la expuse en Alcorisa, y si quieres hacer algo cuidado tienes que dedicarle al menos un año. Son 17 piezas pequeñas y 10 obras gráficas.

-Usted trabaja con alabastro: no todos los escultores se atreven con él.

–No, porque es muy delicado, muy frágil. Por otra parte es tan atractivo, con esas vetas tan luminosas, que se corre el peligro de que la belleza del material oculte tu propia obra. Hay que tener cierto valor para enfrentarse a él. Pero vale la pena, entre otras cosas porque es una piedra autóctona aragonesa, casi toda procedente del Bajo Aragón, desde Fuentes a Albalate.

–Vas a afrontar un proyecto y te dices: ¿Y ahora qué?

–Es cierto, es lo primero que te preguntas: ¿qué quiero hacer? Mira, he titulado esta exposición como Irreflexiones, porque he pretendido apelar sobre todo a cierta actitud intuitiva…

–¿Y eso?

–Porque me parece que el arte se ha intelectualizado mucho, se buscan obras con una carga conceptual excesiva. Dejar salir las emociones puras es muy interesante; un poco echar a trabajar al hemisferio de la intuición y no tanto al de la reflexión.

–Lo hacían los surrealistas, aquellos Dalí, Bretón, Buñuel…

–Así es; una obra cercana a la escritura espontánea. Me parece que vale la pena…

–¿Y qué suele salir de ahí?

–La mayoría de la gente lo recibe bien. Lo único que sabemos que no funciona es cuando quieres tener éxito a la fuerza, cuando quieres estar a la moda. Eso lleva al fracaso personal y casi siempre al comercial, porque el arte no se puede domesticar. No sabemos cuáles son los resortes que consiguen emocionar a la gente…

–En la escultura, lo que te planteas no tiene nada que ver con el dibujo, con el cuadro.

–Nada que ver. La escultura tiene muchos problemas, sin embargo es la disciplina con la que más disfruto. Pero el proceso es muy complicado, porque de pronto te aparece un problema con el material o una forma: hay que girar la obra, verla con otra luz, hay que cuidar que no se rompa…

–Usted aspira a que sus obras estén en las casas.

–Por supuesto, por eso trabajo en formatos pequeños. Saber que alguien ha ahorrado porque quiere comprar una obra tuya, es lo máximo. Bueno, lo máximo fue cuando me robaron una pieza: el ladrón amaba mi obra hasta el extremo de entrar a robar.

(leer la noticia en «El periodico de Aragón» 22/05/2013)

El (triste) panorama de la educación actual


El (triste) panorama de la educación actual



Últimamente se habla mucho de Educación. Se debate el tema en medios de comunicación, opinan contertulios de todo pelaje y el debate se traslada  la población en general. Se repiten constantemente una serie de conceptos, que vertebran multitud de discursos, aparentemente coherentes y sensatos. Términos como excelencia, respeto, esfuerzo, competencia, competitividad, evaluación externa… se repiten hasta la saciedad, dando por hecho que todos los males de nuestro sistema educativo se solucionarán en el momento que seamos capaces de meter en vereda a unos padres que no fomentan el respeto, a unos alumnos que no se esfuerzan y a unos profesores que se relajan en la búsqueda de la excelencia.

Pero la terca realidad educativa es mucho más compleja que todo eso, no entiende de discursos bienintencionados ni de cambios de legislaciones.  Nuestro sistema educativo, forjado en el siglo XIX, está pidiendo a gritos un cambio de paradigma. Se ha llegado a un punto en el que ya no sirven reformas educativas, que lo mueven todo, para que no cambie nada. Es el momento de reflexionar seriamente, analizar los problemas y buscar nuevos caminos.

El principal problema reside en que nadie parece tener claro cuáles son los objetivos de nuestro sistema educativo. Esta afirmación podría parecer osada, si tenemos en cuenta la cantidad de literatura legal que existe en ese sentido. Están perfectamente definidos (por ley) los objetivos de cada curso, de cada área, de ciclo, de etapa… , pero el problema es que hay que evaluarlos y además evaluarlos objetivamente, es decir, cuantificar con un número del uno al diez el grado de adquisición de los objetivos (a menudo subjetivos, inconcretos y bastante etéreos) y lo peor es que la herramienta de evaluación más utilizada sigue siendo el examen. Igual que en las autoescuelas no se suele aprender a conducir, sino que nos preparan para aprobar el examen de conducción, en las escuelas centramos nuestros esfuerzos educativos en enseñar a nuestros alumnos a aprobar exámenes, sin darle mucha importancia al aprendizaje significativo.  Y esto no solo es culpa del profesorado. Padres e instituciones educativas demandan un certificado tangible de la marcha del alumnado, exigen a los profesores pruebas irrefutables de lo ajustado de sus calificaciones. frente a un examen suspenso no hay reclamación posible, con lo cual el profesorado tiene las espaldas cubiertas ante la constante puesta en duda de su profesionalidad.

Con esto no quiero decir que tengamos que eliminar los exámenes (aunque podríamos prescindir de ellos, estoy seguro), pero lo cierto es que son una herramienta muy limitada. Normalmente los exámenes se basan en conceptos teóricos, o con suerte en la aplicación práctica (por escrito) de contenidos memorizados. Un examen de cinco, garantiza que el día del examen (ni un día antes, ni uno después) el alumno sabía la mitad de lo que se le ha preguntado. Así de simple y así de triste… y nos quedamos tan tranquilos.

Hay muchas capacidades, destrezas, competencias… que difícilmente se pueden evaluar objetivamente ¿Puede alguien explicarme cómo reduzco a un simple número cosas tan subjetivas como la creatividad o la capacidad de trabajar en equipo? Parece lógico que en el proceso educativo debería ser fundamental dotar a nuestros alumnos de herramientas que les ayuden a construir nuevos conocimientos, enseñarles a colaborar, a procesar información, a argumentar sus opiniones… , pero la realidad es que todo eso es muy difícil de evaluar, de cuantificar y acaban siendo esas “anotaciones al margen” que nos ayudan a redondear la nota del examen que es “lo que de verdad cuenta” (no quiero generalizar, ya que hay honrosas excepciones, pero no por honrosas dejan de ser eso: excepciones).

Otro problema grave de nuestro sistema educativo es el exceso de contenidos. Los profesores viven agobiados por “acabar el temario” y eso que los temarios dejan mucho que desear. No se ha producido una actualización seria de los contenidos que se deben impartir. La sociedad evoluciona, pero de nuestros libros de texto solo cambian las fotos y como mucho se añade al final del texto algún tema que haga referencia a las nuevas tecnologías. En un momento en el que, gracias a internet , el acceso a la información es prácticamente ilimitado, quizá habría que replantear si tiene sentido hacer memorizar a nuestros alumnos muchos de los datos que nos empeñamos en incluir como fundamentales en nuestras programaciones. Quizá sea anecdótico, pero una vez llegó a mis manos un examen teórico de plástica (?). Me llamó la atención una pregunta (valorada con 1,5 puntos), venía a pedir a los alumnos que realizasen una clasificación de los tipos de papel. Pues bien, soy licenciado en Bellas Artes y constantemente trabajo con todo tipo de papel, sé perfectamente que tipo de celulosa es el adecuado para cada proyecto que inicio… pero estoy seguro de que no sería capaz de contestar correctamente a esa pregunta. En otra ocasión vi un examen de ciencias naturales en el que los alumnos tenía que enumerar y describir los tipos de nubes… seguro que Los mejores alumnos habían memorizado una florida descripción teórica de cirros, cúmulos y estratos… pero dudo mucho que fuesen capaces de diferenciarlos al verlos en el cielo. Todos conocemos la famosa sentencia que viene a decir «Dale un pez a un hombre y comerá un día; enséñale a pescar y comerá siempre”… pero en nuestras escuelas repartimos peces a diestro y siniestro, peces grandes, pequeños, de colores, frescos y hasta en mal estado… , pero pocas veces facilitamos el acceso a las cañas de pescar, con lo cual muchos de nuestros chicos acaban por aborrecer “el pescado”.

Cualquier innovación pedagógica que pase por trabajar de manera práctica, colaborativa, motivadora… se da de bruces con lo acuciante del calendario y la imposibilidad de “cumplir” con el temario si no nos ceñimos a las metodologías tradicionales (además despierta mucho recelo entre los padres, como todo lo que suena a “experimento”). Nuestros alumnos viven en un constante “menu degustación”, en el que ven pasar ante sus ojos contenidos y más contenidos, pero en el que nunca llegan a profundizar lo suficiente como para que un ámbito les resulte motivador.

Otro de los males de nuestro sistema (que enraiza en la imprecisión de los objetivos y en el exceso de contenidos) es la obsesión por el “siguiente nivel”.  Como si de un videojuego se tratara, nuestros alumnos van superando niveles sin otro afán que evitar la temible repetición (es triste, pero en muchas ocasiones, ese miedo es lo único que espolea a los chavales). Cada etapa debería tener sentido en si misma, con unos objetivos ligados al desarollo evolutivo de los niños, pero la realidad es que gran parte de los esfuerzos de profesores y alumnos se destinan a “estar preparados” para el siguiente nivel. Los profesores tememos que el compañero del siguiente curso nos afee la conducta si nuestros alumnos no llegan preparados. El objetivo de primaria (sobre todo los últimos cursos) es evitar “el batacazo” que suelen darse al llegar el instituto, en secundaria hay que preparar para el bachillerato (la relajación en las exigencias a los alumnos que expresan su deseo de cursar ciclos de FP es manifiesta). Y lo peor de todo, en bachillerato, esos dos cursos  con alumnos casi adultos, nos centramos en conseguir que se apruebe la selectividad. ¿A nadie le parece atroz que tanto esfuerzo, tantos recursos, tengan un fin tan mediocre?.

Y lo peor es que ese objetivo que tanta energía consume, parece no estar consiguiéndose.  En cualquier tertulia entre profesores podemos oír a los de bachillerato quejándose amargamente de lo mal preparados que llegan los alumnos de secundaria, los de secundaría se preguntan cómo es posible que lleguen tan mal desde primaria… y los docentes universitarios no comprenden que determinados alumnos hayan llegado hasta la universidad. (no he pulsado la opinión sobre la universidad que tienen los empresarios, pero me temo lo peor).

La raíz del problema sigue siendo la misma. Los exámenes no garantizan un aprendizaje significativo, con lo que podemos estar aprobando alumnos que en el fondo están deseando que pase el examen para olvidar rápidamente todo lo memorizado. Muchas veces (con cierta mala intención, lo reconozco) hago a mis compañeros la siguiente pregunta: “¿Cuántos de los alumnos que han aprobado hoy tal examen, lo superarían si se lo repitieras sin avisar dentro de un mes?” La respuesta, invariable, es fácilmente imaginable.

La inmensa mayoría del profesorado es consciente de los estragos que hacen las vacaciones de verano y de la facilidad con la que nuestros alumnos olvidan lo aprendido. Uno de los argumentos que se suelen utilizar es que “siempre queda un poso de conocimientos”. ¿Realmente merece la pena todo el esfuerzo que les exigimos a nuestros chicos, para que quede “un poso”? ¿no hay otros sistemas que garanticen un aprendizaje mas significativo?

Claro que los hay. Existen formas de trabajar que se han experimentado con éxito. Esta demostrado que se aprende haciendo, desde la práctica, el trabajo de campo, la investigación, los proyectos colaborativos… pero (de nuevo) el exceso de contenidos hace inviable cualquier metodología que se aleje de lo tradicional. Pretendemos que nuestros alumnos aprendan tanto, que al final no aprenden casi nada.

Siguiendo con la enumeración de los males de los sistemas educativos, no podemos olvidar la creciente idea de que unas asignaturas son más importantes que otras: la jerarquización. Y lo más preocupante es que se generaliza la opinión de que lengua, matemáticas e Inglés son las asignaturas importantes y el resto parecen estar de relleno. Esta afirmación rara vez se rebate. Los padres respiran aliviados si sus hijos aprueban “las importantes” y le quitan importancia al resto, el propio profesorado asume implícitamente ese planteamiento y los mensajes que llegan desde la administración redundan en esa idea.

Si nos planteamos la educación como un proceso de formación integral de las personas, no podemos caer en el error de restarle importancia a cuestiones como la creatividad, la cultura musical o la educación física (un área tan ligada a la salud como la educación física debería tener una consideración prioritaria). ¿O es que estamos confundiendo dificultad con importancia? Implícitamente, padres, alumnos y profesores, tendemos a relacionar importancia con número de suspensos. Hay docentes que, para dignificar su materia, caen en el error de “poner caro el aprobado”. Como profesor de plástica, constato con preocupación la generalización de los exámenes teóricos en mi materia, en un intento de dotar de prestigio a una asignatura que desde muchos ámbitos se considera “una María”.

Para terminar este desalentador panorama, quiero señalar cual es, en el fondo, el gran problema de los sistemas educativos.  Se ha extendido la idea de que la principal razón de ser de los sistemas educativos es preparar a nuestros alumnos para el mercado laboral. Desde luego no negaré que sea una de las funciones, pero me niego a creer que sea la más importante. Todos los seres humanos tenemos una dimensión laboral, pero también somos seres sociales, familiares y disponemos de un ocio que hay que saber gestionar (más allá del consumismo irracional). Un sistema educativo que se deja por el camino todas esas dimensiones nos lleva a una sociedad empobrecida.

Miremos a nuestro alrededor. Esa gente capaz de tocar un instrumento musical, de cantar en una rondalla, esos que en su tiempo de ocio pintan, hacen cerámica o bricolaje, los que participan en grupos de teatro o en tertulias literarias… ,esa gente transmite una sensación de plenitud y realización que va más allá de su trabajo o su poder adquisitivo. Y es que no podemos dejar que los dictados económicos gobiernen también nuestros sistemas educativos, máxime cuando estamos constatando que un excelente expediente académico no está siendo garantía en absoluto para una incorporación exitosa al mercado laboral. ¿Debe ser la escuela una herramienta de selección laboral? Yo creo que no, pero no deja de ser una opinión, además bastante alejada de los caminos futuros de la educación en España. Para constatarlo, no hay más que leer el anteproyecto de lo que se supone que será nuestro próximo marco legal. En el primer párrafo aparece la siguiente frase:

“Mejorar el nivel de los ciudadanos en el ámbito educativo supone abrirles las puertas a puestos de trabajo de alta cualificación, lo que representa una apuesta por el crecimiento económico y por conseguir ventajas competitivas en el mercado global.” .

Toda una declaración de principios.

Lo expuesto en este artículo no son ocurrencias mías. Desde los ámbitos más diversos se están lanzando mensajes en este sentido. Los expertos en Educación (esos a los que los legisladores jamás escuchan) están trabajando en líneas similares. Gran parte del profesorado es sensible a estos planteamientos. Hay experiencias pedagógicas innovadoras que están teniendo mucho éxito, los países mejor considerados en educación trabajan sobre estos planteamientos.Y aunque la educación sea una maquinaría difícil de mover, sin duda, tarde o temprano, la realidad educativa tendrá que imponerse a la terquedad legislativa.

Vamos camino de la séptima reforma del sistema educativo de la democracia española… Y una vez más no se ha tenido en cuenta al profesorado, a los expertos en educación, a padres y alumnos. Por enésima vez asistiremos a un cambio de términos, a la supresión de algunas asignaturas y la inclusión de otras con distinto nombre y similares contenidos, pero de momento nadie se atreve a plantear un cambio real de paradigma.

Esta ley nace con fecha de caducidad, no parte de un análisis serio de los cambios en la sociedad y con una oposición frontal de gran parte de la comunidad educativa.

Sin duda, tarde o temprano alguien escuchará a las voces acreditadas que claman por un cambio de modelo.

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