El turismo se ha convertido en una de las principales bazas de Ariño para hacer frente al final del carbón y la destrucción de empleo que conlleva. La buena marcha del balneario -que cerró la temporada en diciembre superando las 26.000 pernoctaciones en 2019-, de la subsede de Dinópolis, Valcaria, y del cada vez más visitado Centro de Interpretación de Arte Rupestre del Río Martín han posicionado a la localidad como un enclave de relevancia dentro del sector turístico de la provincia.
A estos atractivos se está sumando en los últimos años el centro para la Memoria Minera, un espacio que muestra el patrimonio industrial de la localidad. Está ubicado en el antiguo economato de Samca y es, precisamente, propiedad de la empresa minera, aunque son los voluntarios de la asociación Pozo Corral Negro -formada por mineros prejubilados y jubilados- quienes trabajan allí de forma voluntaria. En el espacio se pueden ver materiales de trabajo, del propio economato y de la antigua escuela. «Hay muchos materiales antiguos como el pico, el hacha, los pocos medios de seguridad que había entonces… que hemos ido recopilando conforme se han ido cerrando los tajos», explica el presidente de la asociación, Pedro Alcaine. Además, en lo que eran los almacenes, hay una sala de proyecciones ambientada en una galería.
En el último año, coincidiendo con el centenario de la actividad minera de la empresa Samca y también con el cierre de las minas, se ha habilitado una galería a escala real en la que se han instalado equipos de ventilación, de seguridad y de comunicación recuperados de los tajos cerrados así como el transportador y la máquina ‘Peca’, que extrae el carbón. «Está muy bien porque parece que entras en una mina real. Hasta cuenta con los cuadros metálicos que se han aprovechado de las últimas explotaciones», apunta el alcalde de Ariño, Joaquín Noé, que resalta que uno de los atractivos de este centro es que la visita guiada la realizan los propios voluntarios «que conocen el trabajo al dedillo y enriquecen las visitas con anécdotas y experiencias reales». «Merece muchísimo la pena y todo el que entra se queda muy sorprendido», añade Noé. También este año se ha estrenado un mural en la propia fachada del economato elaborado por el artista local Joaquín Macipe.
Para visitar este centro, se pueden concertar visitas guiadas en cualquier horario. Es lo que hace el balneario de Ariño cuando tiene grupos de turistas interesados en conocer el patrimonio industrial de la localidad. Además, también las visitas guiadas del pueblo, que se organizan desde el Centro de Arte Rupestre, incluyen este espacio. «Un grupo de cuatro personas se turna para enseñarlo. Las visitas duran mucho porque la gente no para de preguntar», explica Alcaine, que añade que también es muy interesante para los vecinos de la zona. «Una de las cosas que más atención merece son los libros de nóminas de 1942 y 1944. Los visitantes de la zona buscan a sus abuelos, a sus tíos… Para ver cuánto ganaban en aquéllos tiempos, si firmaban con el dedo o no… Es muy curioso», concluye.